El argentino Andrés Oppenheimer, afincado en Miami, donde trabaja como periodista para The Miami Herald y CNN En Español, ha escrito un libro fascinante. Se titula ¡Crear o morir! Cómo reinventarnos y progresar en la era de la innovación (Debate). Contiene datos que estremecen: que en patentes, todos los países de América Latina juntos no registran ni el 10% de las que genera Corea del Sur en un año, que en el ranking de las 100 mejores universidades del mundo no hay ninguna latinoamericana, que en las pruebas de PISA América Latina está a la cola…

SEGÚN ANDRÉS OPPENHEIMER, EL DRAMA DE IBEROAMÉRICA ES QUE SOLO VENERA A FUTBOLISTAS Y NO A CIENTÍFICOS E INNOVADORES

Describe Oppenheimer con todo lujo de detalles los secretos de innovadores iberoamericanos como el chef peruano Gastón Acurio, que ha logrado que se visite Perú no solo por Machu Picchu, sino también por su gastronomía; o el mexicano Jordi Muñoz, que con 23 años ya presidía 3D Robotics, una empresa californiana que produce drones, cuenta con más de 200 empleados y 28.000 clientes y proyecta facturar más de 50 millones de euros en 2015.

Cuenta el autor, ganador de los premios Pulitzer 1987 y Rey de España 2000, muchas historias de éxitos –casi siempre después de fracasos– como las del argentino Emiliano Kargiemann, que fabrica minisatélites con un coste inferior a 100.000 euros; el chileno Alfredo Zolezzi, que convierte agua contaminada en potable con ayuda de un aparato purificador, el Plasma Water Sanitation System; y el guatemalteco Luis von Ahn, cuya web Duolingo ofrece gratis cursos de idioma y que al año y medio de su creación ya tenía 25 millones de estudiantes.

El modelo de negocio de von Ahn es genial: sus clientes son empresas que le mandan textos a traducir, por ejemplo del inglés al español; se los encarga a sus estudiantes y devuelve una versión que colaborativamente es considerada la mejor, por supuesto cobrando. Oppenheimer incluye entre sus protagonistas a dos españoles. Al científico madrileño Rafael Yuste, codirector del proyecto Mapa de la actividad del cerebro en la Universidad de Columbia en Nueva York, que trata de “desentrañar cómo se relacionan las neuronas cerebrales entre sí, para poder diagnosticar enfermedades como la depresión, la esquizofrenia y la epilepsia, y encontrar la forma de tratarlas mediante la manipulación de dichas neuronas”.

Y al entrenador de fútbol catalán Pep Guardiola, que ha perfeccionado “el arte de innovar cuando estás ganando”. El periodista argentino señalaba hace poco en una entrevista en El País: “Tanto en América Latina como en España tenemos grandes bolsones de gente creativa. Pero, por sí sola, la creatividad no te conduce al crecimiento económico y a la reducción de la pobreza, porque solo es una de las patas de la mesa. Para convertirnos en una sociedad innovadora (…) necesitamos las otras tres: una cultura de veneración de los innovadores, una cultura de tolerancia social con el fracaso individual y una cultura de obsesión con la educación de calidad”. Por fortuna, existen en España muchas iniciativas que intentan desarrollar estas culturas de apoyo a jóvenes emprendedores e innovadores. Como ejemplos sirvan la fundación Princesa de Girona, Málaga Valley, Telefónica Open Future o The Heroes Club. Ojalá ayuden a producir pronto el próximo Messi del software, el Ronaldo de la robótica o el Iniesta de la inteligencia artificial.

De acuerdo