La corrupción ya es, según el CIS, la segunda principal preocupación de los españoles tras el paro. Una preocupación que se manifiesta en el pésimo juicio que tenemos acerca de los partidos políticos, la institución más desprestigiada del panorama institucional español. Además, la capacidad de reacción ante la corrupción internacional también deja mucho que desear entre nosotros.

En efecto, mientras que en otros países se juzga y condena a funcionarios internacionales implicados en sobornos en la contratación internacional, en España desde hace 13 años apenas se han abierto 7 expedientes en esta materia. Por eso, las autoridades de la división contra la corrupción de la OCDE, al analizar comparativamente lo que acontece en el mundo, concluyen que España no está siendo, por decirlo suavemente, diligente en este punto. Igualmente, no ha gustada nada en esta institución internacional, por obvias razones, la amnistía fiscal decretada por el gobierno español.

En este momento hay varios miles de políticos imputados en causas de corrupción. Muchas de las cuales salen a la luz, no por el celo investigador de las unidades administrativas supuestamente especializadas, sino por vendettas, o despechos, conyugales o patrimoniales. Ahí están los últimos casos para quienes los quieran consultar.

¿Por qué aumenta la preocupación de la corrupción en este momento?. ¿Será porque la ciudadanía percibe ahora con más transparencia la realidad?. ¿Será porque las medidas de regeneración democrática implantadas han dado resultado?. ¿Será porque los partidos, por fin, se han decidido a que la ciudadanía conozca sus presupuestos, sus fuentes de financiación, los sistemas de contratación de personal?. ¿Será porque los sindicatos finalmente ha abierto las puertas de sus cuentas a al escrutinio público?.

En una época de crisis, las noticias acerca de la corrupción, como es lógico, enervan al público. Ahora que muchas familias apenas tienen los imprescindible para vivir, que todavía existan paniaguados colocados en chiringuitos públicos, provoca una intensa indignación. Que estén saliendo a la luz, incluso con sentencias del poder judicial de por medio, que algún partido haya usado fondos dell desempleo para financiarse, enfada, y mucho, a la ciudadanía.

La regeneración democrática en España es un asunto urgente. No es sólo cuestión de estrategias, tácticas, medidas y códigos. Es sobre todo una cuestión de educación, de cultura que tarda en calar en la sociedad. Por eso, si seguimos en un panorama general en el que se da por bueno que la empresa está para maximizar el beneficio en el más breve plazo de tiempo posible como único objetivo y que los votos hay que conseguirlos por el procedimiento que sea, no servirán de nada lo que se pueda hacer en este ámbito.

O la recuperación de las cualidades democráticas empieza a nivel personal o seguiremos perdiendo el tiempo. Mucho me temo que para que cambien las cosas sea menester una cierta catarsis que de paso a otro ambiente. Un ambiente en el que prime otra forma de hacer política y, sobre todo, otra forma de conducir los negocios. Llegará más pronto o más tarde según el compromiso de los dirigentes en caminar hacia ese objetivo. Si prefieren seguir amarrados al vértice, astutamente pegados a la poltrona, tendremos que esperar más. Si se deciden a dar paso a nuevas personas con mayores convicciones éticas y democráticas, tendremos que esperar menos. Y si el grado de temple y cultura cívica de la población fuera el que cabría esperar, entonces el pueblo, de forma pacífica, pero firme, recuperaría de verdad el poder para confiárselo a quienes de verdad lo merezcan, no a esta partida de tecnócratas que solo piensan en su posición y en como permanecer en la cúpula.

De acuerdo