Estamos viviendo una tercera revolución que ya no es industrial sino digital, como afirma Peter Singer. Y uno de los cambios sociales más importantes que ha provocado, y que palpamos todos los días en nuestras ciudades, es la denominada “glocalización”..

Glocalización, entendida como la articulación entre lo global y lo local. La importancia de la glocalización está destacando el ámbito urbano y el papel gestor-coordinador-promotor de los gobiernos locales para la implementación de políticas que tienen en cuenta unos referentes globales y que se posicionan respecto a ellos. En síntesis: globalización más proximidad.

Hoy en día las ciudades ya no son islas separadas entre sí, sino que forman parte de la tupida red urbana que conforma la geografía europea. El fenómeno de la globalización urbana ha abierto nuevas posibilidades para el desarrollo de la Marca Ciudad.

En esta nueva Sociedad Red, como explica Manuel Castells, la importancia de las ciudades ya no se mide por su peso demográfico sino por su nivel de relaciones.

Tras varios siglos de monopolio de los Estados, la revolución digital está difuminando sensiblemente las fronteras de la comunicación entre los países. Resurgen significativamente las ciudades como nodos de la nueva red global.

No es algo nuevo. En los albores de la Edad Moderna, fueron las ciudades europeas como Florencia, París, Amberes o Salamanca las protagonistas del desarrollo económico e intelectual que fructificó en el Renacimiento.

La diferencia es que hemos pasado de aquellas Ciudades Estado al actual Estado de las Ciudades.

En este sentido, la construcción y el posicionamiento de una Marca Ciudad como la de Málaga, fortalece y llena de contenido a la Marca España.

Y no podemos entender el proceso de creación de la Marca Ciudad de Málaga sin el impulso de estos años del Club Málaga Valley por hacer una ciudad más abierta a la innovación y más atractiva de capital económico, científico y cultural.

El Club Málaga Valley ha dotado a la Marca Ciudad de Málaga de un posicionamiento internacional en el ámbito tecnológico, como un foco de atracción de talento y de inversión.

Se trata de un buen ejemplo de rebranding de una ciudad más conocida por el sol y la playa para dotarla también de una componente de innovación tecnológica, basada en su tradición de genialidad.

Málaga Valley ha contribuido a que Málaga sea una ciudad con un proyecto capaz de diferenciarse, de atraer el talento ajeno y también de retener el talento propio. Porque en el marco de la globalización, las ciudades necesitan adoptar una personalidad pública, hacerse una imagen reconocible y diferenciada respecto a otras ciudades.

Como explica Richard Florida, hoy las ciudades tienen  que tener una personalidad propia desde una óptica muy original. Por eso, hablar de la “marca ciudad” es mucho más que referirnos a un simple logotipo. Se refiere más a conceptos como la “reputación” o la “fama” y está compuesta de valores racionales y emocionales. Esta “marca ciudad” contribuye a generar y difundir  una imagen positiva de la ciudad, de sus servicios y productos.

En este sentido, posicionar Málaga estratégicamente en el nuevo mercado de ciudades, donde la competencia es tan intensa es un camino que, a su vez, ofrece a la Marca España para transitar del costumbrismo a la vanguardia sin perder los beneficios de la tradición.

Estoy convencido de que nuestra modesta experiencia puede abrir nuevos cauces de colaboración entre los posicionamientos de las ciudades españolas y el papel de la Marca España, porque sin duda nos encontramos ante un escenario win-win, que puede generar espirales virtuosas para todos.

Muchas gracias.

De acuerdo