Ahora, los accionistas individuales van teniendo a su disposición las herramientas necesarias para poder influir en el gobierno de la empresa, y se pueden servir de su importancia: más del 70% del capital de las compañías cotizadas españolas está en poder, directa o indirectamente, de los accionistas minoritarios. Hay quien ha querido ver esta revolución solamente en una única dirección: desde las empresas, hacia los accionistas. Pero Internet no es solamente un vehículo agilizador de las comunicaciones desde la empresa hacia los accionistas, a modo de sustitutivo de las comunicaciones verbales o escritas tradicionales. Supone mucho más. Supone abrir una puerta a que el accionista minoritario abandone la posición estática que hasta ahora ostentaba, para entrar en la antesala del Consejo de Administración de su compañía para luego ocupar un sillón de gobierno.

United Companies Financial, era una compañía abocada al fracaso, a la bancarrota en última instancia. Un par de profesores universitarios comenzaron a comentar la situación, junto a otros muchos, un panel de discusión dentro de Yahoo. Poco más tarde se dieron cuenta que lo que allí intercambiaban impresiones suponían casi un cuarenta por ciento del capital de la empresa. De esta forma, pudieron organizarse para poder tener voz en el proceso judicial que iba a tener lugar, y, de esta forma, poder recuperar parte de su dinero. En la mayor parte de las ocasiones, la atomización del capital, impide la presencia y defensa de los derechos en procesos análogos. En esta ocasión, pudieron tomar parte y parte activa tras organizarse en los foros de Internet.

Hablar de que Internet dota de poder a los accionistas, a los inversores individuales, no es algo nuevo. La existencia de información en webs, los foros, etc. se han multiplicado en los últimos años. Ahora, se produce un cambio de rol o, si se quiere, una ampliación del que había venido desempeñando hasta el momento. El cambio está en que los inversores se organizan, presionan, actúan conjuntamente y en público para defender sus intereses. 

Hasta hace poco tiempo, el estado de inhibición del accionista resultaba en cierta forma lógico, especialmente en el caso de las sociedades que estaban admitidas a cotización en mercados secundarios. Pero a esa carencia de poder de facto, ha sucedido un nuevo marco de relaciones por el cuál las nuevas tecnologías, y principalmente Internet, constituyen un canal, un medio, para poder ejercitar de forma más eficaz y eficiente los derechos políticos derivados de su participación en el capital de la sociedad. Así, los derechos de asistencia y voto en junta, junto a los de información, se acercan a todos los poseedores de capital. Sin lugar a dudas, supone un cambio de orientación que hace de los accionistas un grupo de interés a la vez que un grupo interesado en la vida de la empresa, en su gestión y en la toma de decisiones.

Las posibilidades de Internet hacen que el pequeño accionista pueda dialogar, conversar con sus iguales sobre la marcha de su compañía, discutir y discrepar sobre las actuaciones de sus gestores, y formar grupos con formas de entender el negocio o las estrategias comunes. También se facilita que exista una base estructurable sobre la cuál establecer un mecanismo para aglutinar esfuerzos en la defensa de intereses o derechos específicos. Y es factible porque es accesible y permisible para el presupuesto de cualquier accionista. No supone desplazamientos geográficos, es flexible en horarios y no supone un coste marginal adicional al proporcionado por lo servicios de conexión genéricos a la red. 

¿Qué impacto tiene en las compañías? Las compañías tienen un medio por el que comunicar no sólo lo que está obligado por la ley, sino toda la información que considere necesaria para todos sus accionistas y para los inversores en general. Las tendencias en este particular han apuntado, cada vez más, hacia la provisión de más cantidad y calidad de información.

Pero la necesidad de proporcionar más información y con un mayor grado de detalle ha sido menos traumática de lo que pudiera parecer. Gracias a las tecnologías de la información en un sentido amplio, y a una mejora sustancial y exponencial en las infraestructuras de las comunicaciones, las compañías han modificado sustancialmente sus disposiciones organizativas, la articulación de sus procesos, y pueden obtener un grado de información para la formulación de sus estrategias difícil de imaginar hace quince o veinte años. Además, se ha hecho posible que esa información fluya con las debidas cautelas a plataformas de información externas, aumentado de forma considerable su grado de disponibilidad. Esta transformación interna de las empresas con ayuda de la tecnología, a pesar de que no se ha realizado de forma total e integrada, supone ya de por sí y en el estado actual, un punto de partida necesario. No pueden comunicar información que no poseen.

El deber de proporcionar información sobre el cumplimiento de los deberes societarios y con el mercado – lo cual tiene una singular importancia no sólo para los accionistas sino para los posible inversores y para el público en general – por parte de las sociedades cotizadas viene reafirmada en los últimos años por la importancia de establecer un mayor grado de transparencia. Casos como el de Enron no hicieron si no alentar este proceso y sensibilizar a todas las partes interesadas.

En el caso del sistema financiero, la transparencia es un factor necesario y fundamental para la propia supervivencia del mismo. Además, proporciona una característica necesaria para poder desarrollar el sistema en un clima de confianza. Los deberes de difusión de la información por vía telemática que, debido a la legislación, se establecen para las mayores empresas de nuestro país se complementan con el ejercicio de las facultades de informarse que tienen los accionistas como tales.

Dentro de este marco, Internet constituye una plataforma crucial para establecer una comunicación eficaz entre los accionistas y el gobierno de la sociedad  y viceversa. Lleva a una mejora ya en la comunicación interna de la compañía entre los administradores y sus ejecutivos, facilitándose también el conocimiento de los contenidos de las reuniones, la votación y confirmación a distancia en ellas. Se aporta adicionalmente un sistema flexible para la acción y reacción en las diversas situaciones que puedan acontecer y que afecten al desarrollo del negocio. De esta forma mejora significativamente el gobierno corporativo de la sociedad.

Comunicar, establecer un contacto más fluido entre los accionistas, con independencia de su peso el capital social, se vislumbra como una realidad factible y poco costosa. Por tanto, organizar y aportar nuevas ideas, discrepancias u orientaciones en el voto de cara a las juntas, o impugnar acuerdos pasan a ser opciones deseables para cada uno de los accionistas, especialmente los minoritarios.

De acuerdo