“La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos”. Parece increíble, pero ya ha pasado un siglo desde que Henry Ford, posiblemente el mayor emprendedor de la historia, pronunciara esta frase en el floreciente Detroit, cuna de la revolución automovilística mundial. Al menos tres bancarrotas hubo de sufrir el bueno de Henry, nacido en el seno de una modesta familia de Michigan, antes de alcanzar el éxito. Y, sin embargo, no sólo no se rindió sino que reinventó las reglas del sector de las dos ruedas, introduciendo las cadenas de montaje y revolucionando la economía mundial.

Por cosas como esta, me permito ser optimista acerca del futuro de la economía española, a pesar del drama que supone tener un 27% de la población activa en paro o soportar alrededor de la mitad del desempleo juvenil de la zona euro. Y es que, aunque la coyuntura parece que todavía será adversa hasta el final del primer semestre, ya comienzan a aparecer ciertos indicadores que adelantan, no sólo una relajación en la intensidad de la recesión, sino los primeros atisbos fehacientes de crecimientos futuros.

 

Y es que, por mucho que sorprenda, la pujanza de la economía española no sólo se mantiene sino que, aparentemente, cotiza al alza en los últimos meses. Según el índice de competitividad que elabora la escuela de negocios suiza IMD, la competitividad de nuestro país se sitúa en el puesto 45, inmediatamente por detrás de Italia, y por encima de alguna de las naciones que más crecen en la actualidad, como Colombia (puesto 48) o Brasil (51). Es decir, que España está evolucionando hacia una economía con mejor reparto de sus factores productivos y, lo que es más importante, mucho más diversificada.

 

Hace apenas unos días, el socio director de Goldman Sachs en España, Olaf Díaz-Pintado, ya aseguró que muchos fondos “están analizando” posibles operaciones en nuestro país, cifrando el volumen potencial de inversión para los próximos meses en torno a los 13.000 millones de euros. Entre los favoritos para lanzarse a realizar posibles operaciones corporativas, encontramos a algunas de las gestoras y fondos más capitalizados del mundo, como Blackstone, Psam, Apollo, Oaktree o KKR, mientras que otros, como Bain Capital, ya han movido ficha, con la reciente adquisición a Telefónica de su filial de call centers, Atento. ¿Es esta sólo mera casualidad o estamos, por fin, a las puerta de una vuelta al optimismo para la economía española?

La verdad está ahí fuera

Desde hace al menos un lustro, la mayoría de las empresas de nuestro país han comprendido que una de las claves para sobrevivir y crecer es la internacionalización. Ser más competitivos y mejorar la producción implica necesariamente exportar más, lo que significa no sólo llegar a otros mercados sino, también, diversificar. Tanto es así que la balanza por cuenta corriente de España ha logrado, tras muchos años en números rojos, situarse en superávit, gracias al notable esfuerzo realizado tanto por las grandes empresas como por las pymes. En paralelo, el saldo de bienes y servicios ha pasado de registrar un déficit en 2008 de más de 71.000 millones de euros a cerrar 2012 con un superávit de 11.312 millones, con un reseñable crecimiento de la diversión geográfica, en especial a regiones como África (+30,6%), América (14,1%) y Asia (11,9%). Es decir, no sólo exportamos más sino que lo hacemos a más lugares.

 

BALANZA DE PAGOS

Foto3blog 

 

Este sentimiento de abrir el abanico de mercados e internacionalizarse tiene un efecto mediático indudable, con muchas compañías españolas que están cosechando notables éxitos recientes en el plano global. Las caras más visibles, por su tamaño y envergadura, vienen desde el Ibex-35, aunque no son pocas las pymes y start-ups que están logrando también diversificarse. En este sentido, cabe destacar, como ejemplo, los casos de la línea ferroviaria de alta velocidad La Meca-Medina (con un presupuesto de 6.700 millones de euros, que ha ganado un consorcio donde estaban Adif, OHL, ACS, Talgo o Renfe, entre otras), las obras de remodelación del Canal de Panamá (donde juega un papel muy destacado Sacyr Vallehermoso), o la trayectoria reciente de FCC, que cuenta hoy día con una cartera internacional de proyectos que supera los 9.500 millones de euros.

 

La oportunidad de la crisis

España siempre ha tenido una relación bien estrecha con las crisis económicas desde hace más de cinco siglos. Tanto que, de hecho, nuestro país tiene el dudoso honor de ser el primero en haberse declarado en bancarrota allá por 1575, cuando Felipe II se vio incapaz de mantener un imperio “donde no se ponía el Sol”. De esa circunstancia y de muchas otras a lo largo de la historia, el país salió adelante y se reinventó a su mismo, incentivando unos sectores productivos en lugar de otros.

En esta ocasión, los primeros atisbos para la esperanza están llegando, curiosamente, de la industria, que parece querer recuperar el papel protagonista de antaño, gracias a la contundente reducción de los costes laborales y a las facilidades normativas e impositivas para la implantación de compañías. Tanto es así que empresas de tamaño mediano, sobre todo europeas, están volviendo a escoger España como país para establecer sus sedes, teniendo en cuenta su importancia estratégica como puerta de entrada al norte de África y puente de plata para Latinoamérica. Esta señal positiva ya se ha dejado ver en marzo, donde el índice de producción industrial (IPI) ha sido el mejor de los últimos meses (-0,6% interanual), adelantando una vuelta temprana a niveles positivos.

En este sentido, cabe destacar el notable esfuerzo en poner en marcha reformas que reactiven la actividad, aunque no todas ellas sean excesivamente populares entre la opinión pública. La reciente Ley de Emprendedores, por ejemplo, pretende detener la sangría en el cierre de pequeñas y medianas empresas, y, lo que es más importante, incentivar y estimular la puesta en marcha de proyectos de negocio y fomentar la flexibilidad laboral. En definitiva, ser más competitivos si pretendemos competir de tú a tú con economías emergentes donde parece estar trasladándose cada vez más la riqueza (Brasil, China, India…) o con potencias internacionales tradicionales (Alemania, Japón, Estados Unidos).

Foto4blog

 

Finalmente  la crisis va a dejar un incremento muy fuerte de la capacidad – cultura – de la internacionalización de las empresas y del management español, un sector que está midiéndose con éxito a la globalización y a los incrementos de productividad que esta supone.

Cambio de paradigma del sector financiero

Aunque, sin duda, la llamada de atención más visible sobre el cambio de tendencia en España se está dejando sentir en el denotado sector financiero, que, después de llevar varios ejercicios ‘purgando’ los excesos cometidos en los últimos años, está volviendo a repuntar con fuerza. Con el calendario de la reestructuración de las entidades financieras prácticamente completo, la exigencia de nuevas provisiones para cumplir el desplome en el precio de los activos inmobiliarios ha contribuido decisivamente a que se hayan podido sanear en profundidad los bancos más expuestos al sector de la construcción. En marzo, los bancos españoles redujeron su dependencia de la financiación del BCE hasta los 260.000 millones de euros, mientras que los depósitos por parte de los ahorradores siguieron su tendencia ascendente y sumaron 9.000 millones de euros más entre enero y febrero. La tasa de morosidad se situó en el 10,4%, su nivel más bajo desde julio de 2012. Los analistas ya adelantan que los bancos volverán a prestar dinero a niveles de 2008 en un periodo no superior a los 15 meses.

A nivel macroeconómico, el ajuste fiscal y la consolidación de las reformas estructurales llevadas a cabo recientemente por el Gobierno, ha traído consigo un apoyo en los mercados financieros. La prima de riesgo ha caído por debajo de los 300 puntos básicos, mostrando una mayor confianza internacional hacia el bono español a 10 años. En paralelo, el Tesoro español está consiguiendo colocar letras a los tipos de interés más bajos de los últimos cinco años. Algo a lo que están contribuyendo positivamente también las expectativas sobre una posible bajada de tipos por parte del Banco Central Europeo así como que la Comisión Europea haya permitido al Gobierno español posponer hasta 2016 la reducción del déficit por debajo del 3% del PIB.

 

MOROSIDAD

Foto2blog

 

 

Este es sólo un esbozo de algunas de las claves que invitan al optimismo sobre la economía española, desde el punto de vista inversor. De hecho, en estas líneas están las conclusiones de la encuesta realizada por ESADE y PNP Paribas entre los 200 inversores asistentes a Spain Investors al final del 2012. En este estudio la apuesta por España es rotunda y se traduce en que el 85% de los grandes inversores prevé una subida del IBEX 35 en 2013 y 73 % de los encuestados está convencido que el aumento se moverá en una horquilla entre un 10 y 20 %. ¿Esto significa que desaparecerán los riesgos para la economía española? La respuesta es no. Aun tiene que resolver eficazmente – además del desplome inmobiliario – el gran problema del paro, y encontrar una rápida solución. La historia nos enseña que ninguna democracia puede soportar niveles de paros a dos cifras durante más de 10 años y no dar oportunidad de trabajo a los jóvenes  ya que comporta un riesgo importante para la cohesión del Sistema País. En este sentido, España además de poner en marcha acciones incisivas para reactivar la demanda interior (como  por ejemplo, una drástica aceleración del pago de las deudas a las empresas por parte de la pública administración,  una política fiscal expansiva con particular atención a las empresas, etc.) tendrá que jugar un papel fuerte y fundamental en los próximos meses en Europa, pidiendo y contribuyendo a imponer verdaderas medidas de expansión de la economía real y de impulso a la demanda global. Por eso, para presentar una propuesta fuerte y eficaz tendría que ser apoyada por el grupo de países con los mismos intereses y con capacidad de convencer al resto de los gobiernos, demostrando que esta plataforma es en Pro de la demanda global (y no en contra de nadie) más bien para el bien general de toda Europa.

De acuerdo