Muchos jóvenes recién graduados se enfrentarán, por primera vez en sus vidas, a la gran aventura que supone adentrarse en el mundo laboral. Otros tantos jóvenes y no tan jóvenes abogados retomarán sus trabajos en despachos y bufetes donde les aguardan nuevos contenciosos y encargos profesionales.
Todos regresan con nuevos propósitos y objetivos renovados. Los más repetidos, los de cada año por estas fechas, similares a los que se escribe en esas libretas con sabor navideño, como auto-promesas a final de cada ejercicio: dejar de fumar, hacer algún deporte, aprender otro idioma, realizar un máster, conseguir el primer trabajo, cambiar a otro mejor, crear un despacho propio…
Si piensan en ello, todos los objetivos citados son recurrentes y en un alto porcentaje de ocasiones quedarán difuminados, casi olvidados, en el cajón de las buenas intenciones sin la continuidad que obliga la perseverancia y el tesón que suelen conducir al éxito de aquellos propósitos.
No obstante, aun valorando la probabilidad de fracaso en los ambiciosos objetivos personales por los que apostamos ponernos a prueba, nos adentramos en ellos con ilusión y firmeza: Esto es, actitud positiva.
La razón por la que muchos deciden iniciarse en alguno de esos objetivos que, a priori, se sabe requieren de lucha y sacrificio no es otra que la de servirles de guía para poder crecer, para poder avanzar y pasar a otras etapas vitales por las que se puedan abrir nuevos caminos; caminos de madurez y de felicidad personal.
El crecimiento personal puede materializarse de diferentes formas y maneras. Podemos crecer profesionalmente emprendiendo nuevos proyectos, también podemos seguir con los proyectos que ya estamos trabajando, pero con un cambio de actitud.
En muchas ocasiones este giro por el cual pasamos de trabajar en lo que ya venimos haciendo de manera casi rutinaria, con falta de motivación e ilusión, a realizar ese mismo trabajo con una carga extra de motivación para buscar en lo cotidiano pequeñas ilusiones podrá conducirnos también a mejorar nuestro estado de ánimo, a sentirnos más cómodos y seguros, lo que posibilitará, sin duda, que lleguen nuevos retos, nuevos proyectos.
El escritor y psicólogo estadounidense, Nahuel Souza, conocido sobre todo por el éxito internacional “¿Quién se ha llevado mi queso?”, un interesante libro de ayuda sobre la importancia de la actitud y la manera de afrontar los cambios en la vida, dijo: “Tu manera de ver la vida es la mejor manera de cuidar de ti mismo. Tu perspectiva es lo que te hunde o te levanta. Y la actitud es algo que podemos elegir”.
Los anteriores ejemplos apuntados definen algunas actitudes; después, podemos comprobar si contamos o no con las capacidades para operar competentemente en toda actividad que queramos emprender: Esto es, aptitud.
Podemos tener una actitud muy positiva y, sin embargo, no tener la aptitud necesaria para conseguir el fin perseguido. En este sentido no recomendaría tirar la toalla, todo lo contrario, con una actitud positiva y perseverante es muy probable que se consiga doblegar la falta de aptitud (las aptitudes pueden adquirirse, pueden mejorarse, incluso pueden compartirse o complementarse con las de otras personas para llegar a un buen fin en un trabajo o proyecto de equipo).
Sin embargo, se pueden tener muchas aptitudes (capacidades) para poder emprender nuevos objetivos vitales, profesionales, etc. y, sin embargo, no contar con una actitud positiva que haga posible alcanzar, si quiera iniciar, tales fines. En este caso la probabilidad de fracasar es mucho más elevada. Porque las carencias en las capacidades podemos suplirlas, podemos mejorarlas o complementarlas pero sin actitud positiva nadie será capaz de hacer el camino por nosotros, ni siquiera podrán ayudarnos a conseguir estos propósitos.
Como dijo Nahuel Souza, la actitud es algo que podemos elegir.
Efectivamente, tener una actitud positiva está al alcance de nuestra mano, es el patrimonio de nuestra voluntad.
En la vida y en el trabajo, después del verano o llegando al invierno, tengan siempre una actitud positiva, con ello, podrán seguir madurando, podrán seguir creciendo, aun sin contar con todas las capacidades que, por humanos, a todos nos limitan.
Este artículo se publicó en LAWYERPRESS 19 de septiembre de 2013.