En medio de Medidas de aislamiento social y necesidad de conectividad remota, se reconfigura el abastecimiento de electricidad en el Perú como prioridad y se hace menester el desarrollo de una visión integral de su sector eléctrico, analizando tanto la eficiencia de las instituciones que lo gobiernan como el comportamiento de los stakeholders.
La interacción entre políticas energéticas y macroeconómicas, el comportamiento de la demanda y el marco regulatorio han llevado a tener una capacidad instalada adecuada a las necesidades del corto y mediano plazo y a su vez han logrado reducir las tarifas, tanto para grandes clientes como para clientes regulados. Asimismo, se plantea la necesidad de un mercado mayorista de electricidad más competitivo.
Sin embargo, tras los resultados electorales del pasado 6 de junio se abre en Perú una potencial caja roja de pandora que nos deja en un rumbo incierto.
Empresarios del sector inversión, incluyendo el energético, terminarían por retirarse, al no encontrar garantías de utilidad o certidumbre que mitiguen riesgos y amenazas.
Actualmente, ninguna sociedad, incluyendo la peruana se concibe sin acceso a la energía y sus beneficios. Si bien ha habido un crecimiento significativo del consumo de energía, la incidencia de pobreza en zonas rurales resalta la importancia de incluir la inversión en la provisión de infraestructura eléctrica dentro de la agenda peruana. Son precisamente estas mismas zonas las que han favorecido con su voto a la izquierda, misma que propone la recuperación de los recursos estratégicos peruanos como el gas de Camisea, la renegociación de las grandes empresas y la recuperación del gas de Camisea para darle a todos los peruanos. El primer paso en la estrategia planteada sería negociar con el consorcio liderado por Pluspetrol, para la posterior nacionalización y finalmente destinar toda su producción al mercado interno destinando el 70% para Perú y el 30% restante para la empresa. Si esta condición no fuera posible, se procedería a la nacionalización dejando la gestión en manos del estado.
Esta decisión ¿podría tener un impacto en el consumo y, sobre todo, en la dotación del servicio eléctrico?
Tomando en cuenta que el 60% de la demanda de este gas proviene principalmente de las generadoras de electricidad, principalmente de las centrales térmicas, mientras que el 40% del sector industrial, tres escenarios de riesgo del sector energético en el mediano plazo se abren paso ante la dotación del servicio eléctrico si se nacionaliza Camisea:
POSIBLE RECORTE DE LUZ |
FALTA DE CAPACIDAD PARA AMPLIACIONES |
LOS COSTOS E IMPACTOS MONETARIOS |
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PROYECTOS CON LUZ ROJA
A la fecha, existen varios proyectos del sector electricidad peruano que han sido reactivados con más de US$ 3 061millones y que corren el riesgo de estancarse:
- Proyectos que conforman el Plan Nacional de Infraestructura para Competitividad (USD 1 285 millones de inversión).
- Proyectos encargados a Proinversión (US$ 64 millones de inversión).
- Proyectos de transmisión en ejecución (US$ 436 millones de inversión).
- Proyectos del Plan de Inversiones en Transmisión (US$ 360 millones de inversión).
- Proyectos de construcción de centrales de generación (US$ 224 millones de inversión) y Proyectos considerados en el Plan de Transmisión 2021-2030 (US$ 692 millones de inversión).
CONCLUSION
La coyuntura política peruana llama temerosamente la atención desde una perspectiva que va más allá de la libre competencia, ¿Estaremos efectivamente frente a una potencial estatización de empresas del sector eléctrico?
Es un riesgo que no debe ser ignorado por parte de las autoridades y que requiere un análisis desde la perspectiva de los diversos intereses públicos que pueden estar en juego. ¿Queremos como país que la propiedad de infraestructura estratégica, como es la distribución de energía eléctrica, quede bajo control de organismos nacionales sin know how o capacidad técnica para controlarlo, mantenerlo y distribuirlo con eficiencia? Independientemente del modelo económico que se instaure en el proceso constituyente, hay que preguntarse ¿qué rol tendrán estas empresas en este sector estratégico?
No se trata aquí de ponernos en una posición antagónica a la administración de entidades del estado, pero parece necesario realizar un profundo análisis sobre los posibles efectos que este tipo de fenómenos podría generar en ámbitos de eficiencia nacional y control de costos para el consumidor final, y así definir una posición país sobre estos asuntos. Así como hoy tenemos limitaciones en la participación de actores en el segmento de la transmisión, tal vez sea prudente cuestionarnos si no es el caso de diseñar una regulación que, asimismo, defina límites a la participación de estatales y promocione la inversión extranjera estrategicamente en sectores críticos de éxito como lo es la cadena logística de energía eléctrica.
El Perú debe estar preparado para atender la demanda de electricidad en la coyuntura sanitaria y de conectividad remota, teniendo en cuenta que el sistema eléctrico debe desarrollarse de forma armónica sustentado en principios técnico y económicos que permitan garantizar un desarrollo sostenible y eficiente del sector eléctrico peruano, estimulando la libre competencia.
Por Linda Medina
Abogada de Cremades Calvo Sotelo