El director de Cremades&Calvo Sotelo en Sevilla cree que «la sectorización del conocimiento es anticompetitiva y ha pasado a la historia»

—Los entrenadores de las grandes ligas se basan en la gestión de datos de todo lo que hacen sus jugadores en el campo (kilómetros que recorren, asistencias, remates, sus movimientos en el campo) para diseñar alineaciones, estrategias de equipo e incluso el número de calorías que debe ingerir cada uno para cumplir mejor su función. ¿Esto podría ser extrapolable a la actuación de la Administraciones?

—El concepto de datos te da una previsibilidad de lo que ha ocurrido en cualquier ámbito y te proporciona también una formidable capacidad de prospectiva. Mezclando ambas cosas, la fiabilidad en la toma de decisiones es muy alta, lo que es aplicable a las administraciones y las políticas públicas.

—¿Tenemos en Sevilla y el resto de Andalucía una buena cantera de profesionales especializados en la obtención y gestión de datos?

—Cada vez más. La formación en las universidades va caminando por ahí con nuevos ciclos y en los próximos años será una de las apuestas del futuro.

—¿Y qué tipo de formación deberían tener estos profesionales?

—Deberán tener destrezas no sólo en el tratamiento y análisis de estos datos sino con una relevante cultura general. Para ser buen profesional de los datos, hay que tener una formación humanística importante. A mis alumnos siempre les digo que es básico aunar ambas disciplinas (la tecnología y el humanismo) y que eso los convertirá en los profesionales más demandados.

—Resulta llamativo el desinterés de nuestros gobernantes por las Humanidades, que se refleja en las sucesivas reformas de los planes de estudio.

—En el caso de la gestión de datos sería un error porque ambas disciplinas están muy conectadas y para ser un buen profesional de análisis de datos es preciso saber de Humanidades. Y cuanto más sepan, mejor. Yo aterricé en el mundo de los datos desde el Derecho y esa óptica me resultó muy útil para abordar esta disciplina.

—Gabriel Plaza, el alumno que sacó mejor nota de la EBAU en Madrid, anunció hace algunos días que estudiaría Filología Clásica en la Complutense. Hubo tanta gente que le criticó en las redes sociales que decidió cancelar sus cuentas. ¿Qué le parece?

—Entiendo perfectamente la elección de este estudiante tan brillante y lo que me parece incomprensible son las críticas de la gente. Ya no estamos en la sectorización del conocimiento y el mundo de la tecnología, como el de los datos, requiere de unas habilidades, entre ellas, la capacidad de razonar y de pensar. Y la Filología, como cualquier otra carrera de tipo humanístico, te ayuda a hacerlo. Ese bagaje le será muy útil para cualquier actividad a la que quiera dedicarse.

—¿La historia y la filosofía complementan a los profesionales de la tecnología, tan valorada actualmente?

—Sin duda. No debemos apartarnos de las Humanidades en la sociedad tecnológica. La tecnificación no debe ir nunca en detrimento de los conocimientos clásicos y están aflorando espacios como el de los datos que demuestran que son complementarias y deben estar conectadas.

—Sin embargo, no parece que lo estén ahora.

—Es todo un reto cambiar la mentalidad de muchas personas para conectarlas. No sólo progresaremos y mejoraremos económicamente y como sociedad, sino que también formaremos a personas mucho más completas.

—Usted dirigió un máster de Derecho y Empresa en la Universidad Loyola. ¿Qué les decía a sus alumnos?

—Que ya no hay sectorización del conocimiento, que se olviden de eso porque es algo anticompetitivo que ha pasado a la historia. Yo lo veo en mi ámbito de trabajo constantemente. En este mundo globalizado son cada vez más importantes las habilidades humanísticas conectadas con las técnicas.

—El libro que va a publicar próximamente se titula ‘El negocio de los datos’ (Wolter&Kluwers).

—El negocio de los datos alude, más que al Derecho, a las políticas públicas. Recoge mis últimas publicaciones sobre nuevas estrategias y que abundan en cómo las administraciones pueden servirse de la cantidad de datos que acumulan para tomar mejores decisiones y planificar mejor. También para decidir qué proyectos acometer y cuáles no.

—¿Podría poner un ejemplo?

—Por ejemplo, cómo se puede mejorar con datos la política municipal o la capacidad de de decisión de los concejales de una localidad de cien mil habitantes. También es importante la transformación digital de las administraciones públicas.

—¿Cómo estamos en Andalucía ahora mismo en ese campo?

—No podemos decir que vayamos retrasados. De hecho, con la creación de la Agencia Digital de Andalucía nos metemos directamente en el modelo europeo de gestión de datos y seguridad, es decir, que los proyectos vayan avalados por datos. Esto se ve en la gestión de los hospitales, por ejemplo.

—La colaboración público-privada ha funcionado muy bien en la sanidad durante la pandemia y gracias a ella se pudieron reducir las elevadas listas de espera que generó el confinamiento. ¿En qué otros campos podría tener buenos resultados?

—La pandemia ha hecho aflorar las ventajas de la colaboración público-privada y ahora misma rara es la política pública que no pueda aprovecharse de esta colaboración, desde la gestión de ámbitos culturales hasta el mundo de las infraestructuras. También en el campo de la educación. La colaboración público- privada ha llegado para quedarse.

—En 2025 se pondrá en marcha el proyecto de ‘smart city’ en la isla de la Cartuja de Sevilla.

—Eso es lo que yo llamo urbanismo inteligente. Ese proyecto está basado en una integración de datos que permite mejorar las decisiones de tráfico o consumo energético, por ejemplo. Ese va a ser, sin duda, el futuro.

—Ha escrito también sobre la necesidad de una mayor colaboración entre las administraciones públicas porque no siempre comparten sus datos, lo cual va en perjuicio del ciudadano.

—Sí, hay muchos datos disgregados y las propias administraciones desconocen el valor de los que tienen. Se les puede sacar mucho más rendimiento. Auguro la creación de centros de gestión de datos como se crearon en su día los parques científicos y tecnológicos.

—También ha escrito sobre la conveniencia de impulsar en Andalucía un ecosistema de pequeñas empresas innovadoras que ayuden a la administración a mejorar sus servicios. ¿Cómo?

—Esa idea proviene de lo que se hace en EE.UU., donde la Administración actúa como tractora de ideas que el sector privado ayuda a desarrollar.

—¿Por ejemplo?

—Ideas que crean empresas que sirven para fijar la población en lugares poco poblados, que ayudarán a que los jóvenes no tengan que marcharse de sus localidades. Mientras más trasparencia tenga la Administración, más capacidad tendrán esas empresas de cumplir su función. La gestión de datos ayuda a crear empresas innovadoras.

—¿Qué tipo de datos pueden ayudar a conseguir ese ecosistema?

—Por ejemplo, índices de utilización de carreteras, problemas meteorológicos en los puertos, incidencias hospitalarias, grado de movilidad del comercio electrónico. Con los datos de cuánta gente compra por Internet y el grado de inversión que realizan, se puede saber dónde conviene tener restaurantes y servicios. Si en un puerto hay problemas de meteorología en determinadas épocas, se puede generar un campo en empresas innovadoras que palíen estos problemas. Se puede analizar la influencia de las mareas en el atraque de buques y buscar soluciones que mejoren la productividad. Por eso es importante que la Administración ponga a disposición general todos esos datos.

—Para las mayores compañías tecnológicas los datos parecen ser lo que fue el petróleo en el siglo XX.

—Los datos se han convertido en el nuevo urbanismo. Antes se medía una gran empresa por sus metros cuadrados; ahora lo es por el número de datos que posee. Vamos hacia el mercado de la intermediación de datos y hay un momento en que ese ciudadano pierde el control de esos datos y su destino. Por eso es tan importante una regulación pública adecuada de los mismos.

—¿Esas grandes compañías pueden estar abusando de nuestros datos?

—Más que abusar, los están explotando ante la falta de regulación. La UE está trabajando en una regulación para terminar con estas prácticas.

—Facebook colaboró con la difusión masiva de bulos deTrump durante la campaña de 2016. Dicen que esa campaña fue decisiva en su victoria. ¿Esto podría volver a ocurrir ahora?

—Sí, podría volver a ocurrir. Es un reto impedirlo y garantizar la seguridad jurídica.

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