España debe abandonar definitivamente la cultura de la presencia, que sigue estando muy arraigada en nuestra concepción del trabajo, y considero tercermundista, y remplazarla por la cultura de la eficiencia; y mucho mejor aún, por la de la excelencia. El hacer ha de predominar sobre el estar, que no conduce a nada positivo, ni a la empresa ni al trabajador, y además incrementa los gastos económicos y energéticos. Ha de valorarse el trabajo bien hecho y entregado a tiempo, que nos permitirá no alargar las situaciones laborales, sino favorecer las de ocio y descanso.
Éste es, en esencia, el planteamiento que en el ámbito laboral defiende la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. Una entidad independiente, apolítica y sin ánimo de lucro que trata de fomentar la reflexión de los ciudadanos sobre el valor del tiempo y la importancia de gestionarlo bien, y que cree que para ello es preciso racionalizar y flexibilizar nuestros horarios, adoptar una mejor y más adecuada escala de prioridades y volver a regirnos por el meridiano de Greenwich, que es el nos corresponde, a fin de favorecer este cambio.
En 2013 la Comisión Nacional que presido ha celebrado su décimo aniversario. Lamentablemente…, porque nuestros objetivos deberían haber sido alcanzados antes. La grave crisis que el mundo, Europa y España estamos viviendo desde el 2008, es uno de los importantes motivos por los que nuestras previsiones no se han cumplido. España tendría que vivir ya de acuerdo con unos horarios más humanos, que fueran similares a los de los países más avanzados. Por eso, el VIII Congreso Nacional para Racionalizar los Horarios Españoles (Zaragoza, 5-6 de noviembre de 2013) tiene como lema –contundente y categórico– el de “Horarios racionales, ya”. No podemos esperar más tiempo. Estoy convencido de que si mejoramos la calidad del trabajo y racionalizamos los horarios, elevando con ello la motivación de las personas y haciendo más competitivo el sistema productivo, superaremos antes la grave crisis económica.
Considero que la reforma de los horarios, como informamos en su día al Gobierno, debería haber sido previa a todas las reformas que se están poniendo en marcha para mejorar nuestra economía. Es la más necesaria y urgente, y debemos acometerla sin dilación para aumentar la productividad, disminuir los gastos y respetar a las personas en su vida personal, familiar y laboral. No olvidemos que los horarios nos afectan en nuestra vida diaria a los 46 millones de españoles. Directivos y colaboradores deben hacer un esfuerzo en estos tiempos difíciles, pero para optimizar el trabajo, no para echar más horas en él. Las pactadas en los convenios laborales son suficientes si se trabaja por objetivos, con el apoyo tecnológico adecuado y, sobre todo, si hombres y mujeres se encuentran motivados, lo que hará que sean más útiles, eficaces y rentables.
Todos los ciudadanos deberíamos ser, con nuestra decidida participación, protagonistas de un cambio histórico, verdaderamente revolucionario, de nuestros horarios, que sin lugar a dudas nos permitirán vivir más plenamente, más felizmente, con mejor calidad de vida.

De acuerdo