La Ley de Servicios Digitales, conocida como DSA (Digital Services Act), ha introducido nuevas regulaciones para los servicios digitales en la Unión Europea, marcando un hito significativo en la regulación de la era digital. Estas regulaciones abordan diversas cuestiones, incluyendo contenidos ilegales, la responsabilidad de los intermediarios en línea y la protección de los derechos de los usuarios, lo que tiene un impacto directo en la experiencia de los usuarios en las redes sociales.

La implementación de la DSA en las redes sociales ha generado cambios notables que han comenzado a beneficiar a los usuarios desde el 25 de agosto de 2023, marcando un antes y un después en la forma en que interactuamos en el entorno digital. Las principales plataformas digitales con más de 45 millones de usuarios activos en la Unión Europea, como Facebook, Twitter, TikTok, Snapchat, Instagram, LinkedIn, YouTube e Instagram, han respondido a estas regulaciones implementando medidas concretas para cumplir con la DSA.
Uno de los aspectos más destacados de estas regulaciones es el enfoque en la transparencia y el control de los usuarios sobre su experiencia en las redes sociales. En particular, la DSA ha impulsado la necesidad de comprender y regular los algoritmos de recomendación de contenidos, que son sistemas de software diseñados para analizar patrones de comportamiento y preferencias de usuarios con el objetivo de proporcionar recomendaciones personalizadas. Estos algoritmos seleccionan y ordenan el contenido que se muestra a los usuarios en función de sus preferencias, hábitos, historial o interacciones anteriores.

Los algoritmos de recomendación, aunque son valiosos en muchas aplicaciones, han demostrado tener efectos perjudiciales, como la creación de burbujas de filtro, que limitan la diversidad de perspectivas y perpetúan sesgos, la adicción y sobreexposición a contenido, preocupaciones de privacidad y violaciones de datos personales y la propagación de desinformación y contenido engañoso. La DSA aborda estos problemas al requerir que las plataformas digitales proporcionen información detallada sobre cómo funcionan estos algoritmos, especialmente aquellos utilizados para realizar recomendaciones. Esto asegura que los usuarios comprendan mejor cómo se selecciona y presenta el contenido que ven en sus feeds, otorgándoles un mayor nivel de control sobre la información que consumen.

Un cambio de gran relevancia es la posibilidad de desactivar los algoritmos de recomendación personalizados, lo que permite a los usuarios ver contenido en orden cronológico en lugar de basarse en perfiles previos. Esto evita que los usuarios queden atrapados en una burbuja de contenido que solo refuerza sus creencias y opiniones existentes y que les impide acceder a información diversa y plural.
TikTok es la plataforma que se destaca por su capacidad para perfilar a los usuarios de manera rápida y precisa. La DSA exige que TikTok y plataformas similares que proporcionen contenido en función de la relevancia en lugar de basarse en perfiles de usuario, lo que garantiza una experiencia más diversa.

La DSA también aborda la protección de los menores de edad, prohibiendo la entrega de anuncios personalizados a este grupo. Además, se promueve la posibilidad de que los usuarios reentrenen a los algoritmos, permitiéndoles influir directamente en el tipo de contenido que se les muestra a través de sus acciones y preferencias.
Además de los cambios en los algoritmos, la DSA establece canales de denuncia de contenido inapropiado, lo que permite a los usuarios informar sobre contenido que consideren inadecuado o que viola las políticas de la plataforma. Las plataformas digitales deben actuar rápidamente en respuesta a estas denuncias y garantizar un sistema de gestión de quejas para los usuarios que consideren que su contenido ha sido eliminado injustamente.

Se debe retirar el contenido ilegal o que vulnere los derechos o intereses de los usuarios o de terceros, como por ejemplo el que incite al odio, a la violencia, al terrorismo o a la discriminación por motivos de raza, sexo, religión, orientación sexual, etc; el que infrinja los derechos de propiedad intelectual, como el plagio, la piratería o la falsificación; el que difunda información falsa, engañosa o perjudicial,   las estafas o el fraude; el que atente contra la dignidad, la intimidad, el honor o la reputación de las personas, como el acoso, el ciberacoso, la difamación o la injuria o el que contenga imágenes inapropiadas, entre otros criterios.

Las consecuencias de no cumplir con el DSA son significativas para los proveedores de servicios digitales. Dependiendo de la jurisdicción y la naturaleza de la infracción, las plataformas pueden enfrentar sanciones financieras, restricciones en sus operaciones e incluso la prohibición de operar en ciertos mercados. Por ejemplo, en el caso de Facebook, si no cumple con las obligaciones de la DSA, podría estar sujeto a investigaciones por parte de la Comisión Europea y a posibles sanciones. En algunos casos, las plataformas pueden optar por bloquear su servicio en ciertas regiones si consideran que no pueden cumplir con las regulaciones. Este es el caso de Twitter (X), que está considerando bloquear su uso en la Unión Europea para evitar implementar dichas medidas.

La DSA ha traído una serie de cambios significativos en la forma en que los usuarios interactúan en las redes sociales, promoviendo la transparencia, el control y la protección de sus derechos. Estas regulaciones marcan un nuevo estándar en la regulación de los servicios digitales y tienen un impacto directo en la experiencia de los usuarios en la Unión Europea.
Mar González Beltrán, abogada de Cremades & Calvo-Sotelo

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