En el contexto mundial en el que vivimos, y dados los propósitos con los que el Mundo, Europa y España se han comprometido, la transición hacia energías renovables es clave para la descarbonización a escala global.
Quitar los combustibles fósiles de nuestra producción de energía y nuestro ciclo de consumo para combatir el cambio climático implica, tal y como se extrae del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, en su mayoría, construir un gran número de nuevos parques eólicos y solares, pero esto no debe ser a expensas de la cantidad y calidad del suelo, los hábitats y la biodiversidad.
¿Se pueden diseñar parques solares que tengan un impacto bajo, o incluso positivo, en la presión sobre el suelo y hábitat?
Para que nuestro planeta sobreviva tal como lo conocemos no es suficiente que los parques ya construídos y los que vienen en camino produzcan energía limpia, deben ser sostenibles en más de una forma, y la integración ambiental en el modo en que son construidos y administrados es fundamental.
Aparece con ello un nuevo concepto: la agrivoltaica. Una técnica que se revela como una de las herramientas fundamentales para combatir las consecuencias del cambio climático y proteger la sostenibilidad mundial gracias al uso combinado del terreno para la generación energética y la producción agrícola o ganadera, tradicionalmente siempre en oposición por la manifiesta lucha por el terreno y su utilidad.
La agrivoltaica es una técnica que combina la producción de energía solar y la agricultura en un mismo terreno. Consiste en instalar paneles solares fotovoltaicos en áreas de cultivo, o, por el contrario, tratar de generar espacios de cultivo en terrenos donde ya existen plantaciones fotovoltaicas, lo que permite aprovechar de manera simultánea la producción de energía renovable y la agricultura sostenible.
Pero no se trata solamente de compartir un mismo espacio, la agrivoltaica contribuye de manera directa y completa con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (en adelante, ODS[1]) para abordar los desafíos globales, ha posibilitado nuevas oportunidades de colaboración y crecimiento económico y social y, además, ha demostrado ser una interacción virtuosa que crea más valor aún tanto a la agricultura como a la producción energética, un mecanismo “win-win” potencialmente innovador y beneficioso gracias a recientes análisis y estudios desarrollados en proyectos agrivoltaicos en diferentes países del mundo como Alemania, Francia, Japón, Estados Unidos, Australia y España.
La agrivoltaica resulta beneficiosa, en primer lugar, obviamente, porque abre la posibilidad de ampliar superficie tanto de cultivo, como de producción fotovoltaica.
Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivo en España (Esyrce), en un estudio de investigación en campo en la que se toma información georreferenciada del territorio nacional, en 2022 la superficie total de cultivo ocupaba 16.830,738 hectáreas, de las cuáles, y es aquí donde interesa, 11.309,264 hectáreas son calificadas como tierra arable, que es aquella en la que se incluye el cereal, el cultivo herbáceo, las leguminosas, hortalizas y flores, además del barbecho y, por tanto, superficie susceptible de aprovechamiento agrivoltaico. A ello debemos añadir también las 8.410,741 hectáreas registradas como pasto y prado, también susceptibles de práctica agrivoltaica.
Sucede de igual forma en el caso contrario, según informa el Observatorio de la Sostenibilidad, a finales de 2022 ya había en España en orden a 35.351 hectáreas dedicadas a energía fotovoltaica, excluídos tejados y superficies artificiales. Todo ello sin tener en cuenta que el objetivo marcado para 2030 por el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) es alcanzar los 89.000 MW y todavía no llegamos ni a la mitad, por lo que la superficie fotovoltaica será mucho mayor. Es momento de fomentar la agrivoltaica desde el inicio de los proyectos que no hayan comenzado todavía, pero también la conversión de parques fotovoltaicos a agrivoltaicos[2].
Y es aquí donde debe existir un impulso social y una verdadera implicación pública institucional, hacia la verdadera práctica sostenible en todas sus formas y una concienciación completa en todos sus pasos.
Pero no son estos los únicos beneficios, otros de los que ofrece, y es esta la clave realmente importante, puesto que los beneficios directos se reportan a sus propios practicantes, beneficios económicos y en rendimiento para las empresas fotovoltaicas y los agricultores.
– Calidad, ahorro y rendimiento. La sombra parcial proporcionada por los paneles mejora la calidad de los cultivos y del suelo al reducir el estrés térmico por la sobrexposición a la radiación solar y las altas temperaturas. De esta manera, se crean condiciones micro climáticas favorables donde el suelo y las plantas pueden retener más humedad, por lo que también se reduce la evaporación de agua y, con ello, su consumo para riego hasta en un 25%. Además, debido a la mejor calidad del suelo, se produce un aumento en la producción y en el tamaño de los cultivos[3].
Pero los agricultores no son aquí los únicos beneficiados, en virtud de las menores temperaturas inducidas por la presencia de los cultivos y la retención de humedad que enfría la superficie trasera de los paneles fotovoltaicos, se puede observar un aumento del 20% en su eficiencia y rendimiento, produciendo más energía y cerrándose así este círculo virtuoso.
– Aumento de biodiversidad. En el sector zootécnico, la plantación de hierbas aromáticas, determinadas legumbres o plantas forrajeras mejora el hábitat de muchos animales implicados como aves o especies polinizadoras, además de poder servir como propio alimento para otros muchos animales.
– Seguridad y estabilidad. Como ya hemos visto, un clima más regulado minimiza los daños causados por variaciones térmicas graves provocadas por heladas u olas de calor, pero además, las placas actúan como paraguas frente a las tempestades, asegurando así en mayor medida las producciones agrícolas y los beneficios que estas generan.
– Todo ello conlleva una mejora de la eficiencia en el uso de recursos, optimizando bienes como el agua, los fertilizantes y el alimento.
– Diversificación de ingresos. La integración de la producción de energía en sistemas agrícolas a través de la agrivoltaica brinda una fuente adicional de ingresos. Para el caso de los agricultores, además de los ingresos generados por la venta de los productos agrícolas, pueden vender la energía generada por los paneles solares o ingresar por la servidumbre acordada en su terreno con la empresa que instale un huerto fotovoltaico. Del mismo modo, para el caso de las empresas fotovoltaicas, el cultivo o el alquiler del terreno para cultivo también supondría un ingreso adicional que hasta hace bien poco no se contemplaba.
En el supuesto de la creación de parques agrivoltaicos, su financiación se reduce puesto que, o bien la compraventa del terreno se realiza entre más partes, o bien puede instalarse por medio de una servidumbre, económicamente más rentable.
– Finalmente, la agrivoltaica también ofrece nuevas oportunidades de desarrollo social para toda la comunidad. Poniendo en valor la colaboración de expertos del sector, agrónomos y explotaciones agrícolas, universidades y centros de investigación, con el objetivo de fomentar nuevas posibilidades y métodos de colaboración.
Conclusiones
I.- La agrivoltaica se presenta como una práctica innovadora que, en oposición a lo tradicionalmente conocido, ha aportado más que datos suficientes que demuestran que es posible la coexistencia entre agricultura y generación de energía fotovoltaica.
II.- Y no sólo eso, sino que se ha desarrollado como un mecanismo win to win en la consecución de los objetivos agrarios y fotovoltaicos por separado y todavía más en concurrencia, con una implicación directa y completa en torno a los objetivos de la Agenda 2030 y los ODS.
III.- La práctica de la agrivoltaica reporta beneficios directos económicos y en rendimiento a en los cultivos y en los paneles, mejorando la eficiencia en el uso de recursos, fomentando lazos de colaboración y apostando por el aumento de la biodiversidad, con el crecimiento social y económico que ello reportaría.
IV.- Habrá que esperar a las iniciativas legislativas en torno al fomento de estas prácticas sostenibles, implicándose y yendo más allá en la misión de velar por un crecimiento realmente sostenible en todas sus formas.
[1] ODS 1: Fin de la pobreza (generación de ingresos adicionales) ODS 2: Hambre cero y ODS 3: Salud y bienestar (optimización del uso de la tierra y mayor producción y promoción de alimentos saludables), ODS 6: Agua limpia y saneamiento (gestión eficiente y ahorro de agua), ODS 7: Energía asequible y no contaminante (fuentes verdes y descarbonización), ODS 8: Trabajo decente y crecimiento económico (generación de empleo y oportunidades económicas), ODS 9: Industria, Innovación e Infraestructura (técnica nueva con mucho potencial y recorrido), ODS 10: Reducción de las desigualdades (contribución a las comunidades rurales y promoción de igualdad de oportunidades), ODS 11: Ciudades y Comunidades Sostenibles (fomento de la producción y autosuficiencia energética y alimentaria), ODS 12: Producción y consumo responsables (mayor utilidad y reducción de recursos), ODS 13: Acción por el clima (resiliencia climática y estrategia de mitigación del cambio climático), ODS 15: Vida de ecosistemas terrestres (protección y fomento de la biodiversidad) y ODS 17: Alianzas para lograr los objetivos (nuevas colaboraciones).
[2] La gran distribución y descentralización en relación a la ubicación de los distintos puntos de generación fotovoltaica radia y filtra la superficie susceptible de ser cultivo, pero la gran inmensa mayoría lo es. Pongamos como ejemplo la potencial superficie de cultivo que existiría si las grandes instalaciones generadoras ubicadas en España se implicaran a fondo en su sostenibilidad y respeto por el hábitat y la biodiversidad por medio de la agrivoltaica.
Instalación | Municipio (Provincia) | Potencia (MW) | Área ocupada (ha) |
Francisco Pizarro | Aldeacentenera (Cáceres) | 509 | 1.300 |
Núñez de Balboa | Usagre (Badajoz) | 500 | 1.000 |
Talayuela Solar | Talayuela (Cáceres) | 300 | 800 |
Talasol Solar | Talaván (Cáceres) | 300 | 600 |
Mula | Mula (Murcia) | 494 | 1 000 |
Guillena | Guillena (Sevilla) | 121 | 280 |
Calzadilla B | Bienvenida (Badajoz) | 180 | 180 |
La Isla | Alcalá de Guadaíra (Sevilla) | 182 | 520 |
Don Rodrigo | Alcalá de Guadaíra (Sevilla) | 174 | 300 |
[3] Enel Green Power, una multinacional líder que opera en el mercado de las energías renovables, puso en marcha en 2021 el Programa “Parque solar sostenible” para conocer más sobre la agrivoltaica. El proyecto implicaba hacer pruebas de viabilidad en paralelo en diferentes tipos de centrales solares, y se lanzaron simultáneamente nueve centrales de demostración (dos en Grecia, dos en Italia y cinco en España). La idea era evaluar los beneficios en términos de eficiencia operativa y mantenimiento, así como la creación de valor compartido con las comunidades locales promoviendo un enfoque de colaboración con las diferentes partes interesadas, para crear nuevos modelos de negocio. Es lo que denomina inclusión solar.
En pocos meses se comprobaron los efectos virtuosos de su práctica, las pruebas mostraron un aumento de hasta el 60 % en el rendimiento agrícola y el peso medio de los frutos de ciertas especies vegetales como los pimientos, y un aumento del número de frutos de hasta el 30 % en comparación con las zonas de control sin instalaciones fotovoltaicas. No solo eso, plantas como el aloe vera también mostraron un aumento de la biomasa de entre el 50 y el 60 %, y en el caso de otras especies de plantas aromáticas, medicinales, leguminosas y forrajeras, se observó un mayor rendimiento de entre el 30 % y el 60 %.
En España, el programa se llevó a cabo en las instalaciones de Totana, Valdecaballeros, Augusto y Las Corchas, el proyecto implicaba la plantación de vegetales cuyos resultados también fueron sorprendentes: en el caso del forraje entre las filas de paneles se produce un aumento de rendimiento y peso del 40 %, en el caso de las fresas aumenta un 18 % entre los paneles, un 14 % bajo los paneles, y hasta un 36 % utilizando la retroiluminación LED; el tomillo aumenta su rendimiento un 20 %, el orégano un 15 %, las berenjenas un 30 %, el aloe un 30 % y los pimientos un 60 %. Reduciendo además un 20% del consumo de agua para riego.
Luis Fernández-Manjavacas Girón
abogado de Cremades & Calvo-Sotelo