Seguramente, mientras lee estas líneas, tenga su teléfono móvil a menos de un metro de distancia. Probablemente, hoy revisará su correo electrónico en su teléfono, en su ordenador o en una tablet. Posiblemente, a través de alguno de estos medios navegue hoy en Internet y lea la prensa, lea algún blog, vea algún vídeo o compre unas entradas para asistir a un espectáculo. Todo lo anterior tiene una explicación muy sencilla: la evolución de las telecomunicaciones y del comercio electrónico, su acercamiento al consumidor, y la prestación de servicios en un entorno de seguridad jurídica y de competencia.

 Ello no es fruto de la casualidad sino de un desarrollo cuyo origen lo encontramos hace muy pocos años, con la configuración jurídica de un mercado que debía existir en libre competencia. Con la aparición y generalización del uso de Internet gracias a nuevas redes y medios de acceso, la indiscutible consolidación de la movilidad como concepto básico para entender las comunicaciones electrónicas y, en general, la desaparición de las fronteras hasta ahora existentes por la vinculación red y servicio (donde ahora sólo tendremos convergencia de redes y servicios, con operadores globales en este sentido) estamos inmersos en esta segunda edad de las nuevas tecnologías de la información: la de consolidación en convergencia.

 El sector de las TIC´s, inapreciable desde el punto de vista económico para el conjunto nacional décadas atrás y que ahora supone una vital contribución al PIB nacional, crece y crecerá sin lugar a dudas. Ha necesitado y necesitará empresas que lo desarrollen: grandes, medianas y pequeñas empresas que presten servicios, que los comercialicen, que instalen redes, que atiendan a los usuarios, que los utilicen a su vez para existir y crecer (como el comercio electrónico), etc. Y con ellas, ha necesitado y necesitará órganos que tutelen los derechos de los consumidores y órganos reguladores que supervisen el buen funcionamiento de estos mercados vinculados a las telecomunicaciones, al comercio electrónico o al sector audiovisual. Todo ello no será posible sin profesionales muy capacitados tanto desde el punto de vista técnico, empresarial como jurídico. De hecho, el sector demanda sin descanso este tipo de profesionales y así continuará sucediendo.

 Las operadoras, los prestadores de servicios de la sociedad de la información, el sector audiovisual, las administraciones públicas, las asociaciones de consumidores, cualquier empresa –grande o pequeña- presente en Internet, los despachos de abogados o las consultoras, necesitan esos profesionales; profesionales especializados, formados desde, por y para la experiencia, que desarrollen su trabajo con rigor y aporten seguridad y confianza a sus clientes, a los consumidores y a la Sociedad. Son y serán imprescindibles. Y el primer paso para convertirse en tales se halla en la formación de calidad. El Master en Negocio y Derecho de las Telecomunicaciones, Internet y del Audiovisual, dirigido por Despacho Cremades & Calvo-Sotelo, es un referente en este sentido desde su aparición en el año 1998. Desde entonces, cientos de profesionales se han formado bajo este programa y hoy desarrollan con éxito y prestigio su labor en el campo de las TIC´s. El alto nivel de exigencia y rigor con el que se desarrolla, sus aspectos jurídicos y de mercado, con la constante colaboración de los primeros juristas y empresarios en su claustro, hacen del MNDTIA un punto de referencia en la formación y desarrollo laboral del sector en España. Este programa, además, es pionero en ofrecer distintas modalidades de realización, como la opción de beca de hasta el 50% del importe de su matrícula con prácticas de tres meses en empresas del sector o en el Despacho que lo dirige, o la modalidad de realización del programa con contrato laboral de un año de duración en el Despacho).

 Cuando vuelva a utilizar el teléfono, enviar un mensaje, un correo, volar sobre las redes sociales, leer la prensa online o, simplemente, ver la televisión, recuerde que ya hay detrás miles de profesionales trabajando en ello, aportando valor, seguridad y calidad, cualidades que tienen un denominador común: el conocimiento.

De acuerdo