Jeremy Rifkin, creador de la idea de la “Sociedad con costo marginal cero” imagina un mundo en 2050 que nos tiene que hacer reflexionar. Para él, existirá un capitalismo estrecho, astuto y eficaz que será, sin duda, prospero, pero ya no será el sistema predominante.

El mundo en el que viviremos estará más allá de los mercados clásicos, todos seremos mucho más interdependientes en medio de un sistema mundial comunal y colaborativo. se trata de imaginar una nueva economía en la que la mayor parte de los bienes y servicios son casi gratuitos, el beneficio es imposible, la propiedad absurda y el mercado superfluo.

Rifkin parte de la idea que las nuevas tecnologías reducen casi a cero los gastos de almacenamiento y de distribución y ponen en crisis el sistema capitalista clásico. Nacido con la revolución industrial, el capitalismo es sinónimo de inversiones masivas, remuneradas gracias a los beneficios que producen las economías de escala. Rifkin considera que Internet cambia las reglas del juego, vía la reducción a prácticamente cero del costo marginal, (el costo de producir una unidad suplementaria). El primer ejemplo es el de la comunicación: “Un tercio de la Humanidad publica ya sus propias informaciones con teléfonos u ordenadores relativamente baratos, y puede comunicarse, intercambiar y operar bajo forma de video, sonido y texto a un costo marginal próximo a cero”.

Para él, si el capitalismo cede la plaza es porque su principio fundamental ya no es operativo. La lógica operativa del capitalismo es que, triunfando se destruye; la búsqueda de innovaciones tecnológicas para aumentar la productividad y reducir los precios reduce también los márgenes y hace imposible el mantenimiento del valor del capital invertido. Es decir que la dinámica empresarial inherente a un mercado concurrencial aumenta la productividad y reduce los costos marginales. Hemos llegado a tal progreso tecnológico que nos acercamos al costo marginal casi cero de modo que el beneficio, la savia que hace vivir el capitalismo, se agota.

 Este fenómeno ha hecho ya estragos en los sectores de la edición, las comunicaciones o el entretenimiento, pero no son o serán los únicos, la revolución del costo marginal cero toca ya también a las energías renovables, la fabricación por impresión 3D o la enseñanza superior “on line”, con cursos que dan acceso a profesores de alto nivel por costo nulo o casi. El crowfunding y el microcrédito cortocircuitan a los actores tradicionales de la banca y las finanzas. Aunque los costos iniciales sean relativamente altos, estos sectores tienen unas curvas de crecimiento excepcionales, muy próximas a la que ha reducido a prácticamente nada, en algunos decenios, el costo marginal del calculo informático. Incluso la Energía, sector capitalistico por excelencia deberá adaptarse a este modelo.

El individuo va a convertirse en “prosomidor” (consumidor que llega a ser su propio productor”, gracias a las energías renovables y a las redes inteligentes. En los 2 o 3 próximos decenios, los prosumidores integrados en vastas redes continentales o mundiales, producirán y compartirán energía verde, bienes y servicios físicos y se formarán en clases virtuales en línea, a un costo marginal próximo a cero. La Economía entrará en una era de bienes y servicios prácticamente gratuitos.

Un segundo actor, medioambiental, ayuda a este cambio de paradigma: la factura entrópica de la era industrial ya ha llegado. El cambio climático vuelve a poner en causa el modelo económico actual.

Ya en 1929 Keines había reflexionado en la contradicción crucial que propulsa el capitalismo: las nuevas tecnologías reducen considerablemente la cantidad de trabajo humano necesario para la producción y había creado un neologismo, el “desempleo tecnológico”. Aún si este efecto es nocivo a corto plazo, Keynes veía en él una oportunidad a largo plazo ya que su aparición significaba que” la Humanidad estaba resolviendo el problema económico”.

La conjunción entre el internet de las comunicaciones y dos estructuras nacientes, el internet de la energía y el internet de la logística, en el seno de una estructura inteligente unificada del siglo XXI, el Internet de las Cosas (que estimula la producción hasta el punto de que el costo marginal de producción de numerosos bienes y servicios es casi nulo, lo que los hace prácticamente gratuitos), abre la puerta a una 3ª revolución industrial. De una economía de la penuria se pasa a una economía de la abundancia.

Rifkin va más allá, profetizando que los objetos mismos acabarán teniendo un costo marginal casi nulo y que su producción será parcialmente a escala local gracias a los progresos de la impresión 3D. Dotados de sensores y conectados a internet, serán más duraderos y podrán asociarse fácilmente. Esto lleva a que la visión tecnológica de Rifkin se acompañe de un aspecto societal clave, la emergencia de una economía compartida y participativa. Nacido con el programa informático libre para todos, el movimiento colaborativo se está extendiendo en todos los aspectos al mismo ritmo que la revolución numérica: puesto que la producción no cuesta casi nada más, los intercambios se van a generalizar y convertir en un valor primordial para “la generación del milenio”. Esto permite a Rifkin asociar en un mismo movimiento el desarrollo de la economía social y solidaria con el éxito de los servicios compartidos como AIRBNB O Uber- pero olvida de paso que, lejos de amenazar el capitalismo, este último ha sido rápidamente comprado por uno de sus representante más poderosos, Google.

In fine, ejemplo magnifico para aplicar dos teorías universales, la aceleración de la historia, (los plazos contemplados son muy cortos), y la obligatoria relativización de lo absoluto.

 

Domingo San Felipe, Miembro del Consejo Asesor de Cremades & Calvo-Sotelo Ex Director General de Total S.A. 

 

 

De acuerdo