Tenemos una historia común, que nos hace que tengamos una visión del mundo muy parecida en lo que se refiere a principios y valores.

La Fundación Euroamérica, constituida en 1999 con el objetivo de fomentar, desde el sector principalmente privado, las relaciones entre Europa y América, ha sabido encontrar un lugar en el espacio euro americano.

Gran parte de nuestro éxito radica en la naturaleza eminentemente práctica de las actividades que realizamos en ambos continentes y que tienen como objetivo primordial ser de utilidad a cuantas personas e instituciones que intervienen en ellas.

La organización de nuestros foros anuales celebrados en un país del continente americano, al más alto nivel, nos han proporcionado una perspectiva, desde el terreno, de la evolución de América Latina en estos casi veinte años, pero también de los cambios producidos en Europa y de los retos a los que nos enfrentamos.

No es necesario recordar el convencimiento de la Fundación que presido, y el mío personal, sobre la necesidad de profundizar en los lazos de unión entre Europa y América Latina, lo que solo puede reportar importantes beneficios para ambos.

Vivimos en un mundo globalizado, y tenemos que crear las condiciones para que la globalización sea justa, inclusiva y más sostenible social y ambientalmente. El mundo está cada vez más interconectado y el tipo de relación entre los países está cambiando. La globalización digital supone una gran transferencia de datos y esto pone de manifiesto la transformación que están viviendo las sociedades.

Si bien los desafíos que tiene por delante la relación birregional son importantes, la actual coyuntura marcada por el “brexit” y el auge del proteccionismo en EEUU y otros países es muy adecuada para que pueda materializarse un considerable avance en la misma.

En América Latina, los bajos precios de las “commodities” evidencian la necesidad de potenciar la diversificación de las exportaciones y los mercados y de mejorar la productividad, lo que implica una mayor atención a la educación, a la tecnología, a la innovación y a la digitalización de sus economías; para ello cuentan con una población joven, con una alta concentración urbana y gran capacidad de emprendimiento y una amplia inserción en el escenario global.

Desde una perspectiva económica, las inversiones y el comercio exterior son dos áreas destacadas y es necesario potenciar el componente empresarial como un factor importante de la relación birregional. Cada vez es mayor la inversión latinoamericana en los países de la UE, comenzando por las llamadas multilatinas, y a su vez los empresarios europeos buscan un entorno amigable y con seguridad jurídica para los negocios.

Las economías abiertas crecen más rápidamente que las cerradas y disfrutan de un mayor nivel de riqueza y bienestar y los acuerdos comerciales crean más oportunidades para nuestros consumidores y fomentan la confianza y la inversión.

Ahora tenemos el objetivo prioritario de culminar la gran asignatura pendiente que es finalizar las negociaciones entre la Unión Europea y Mercosur con la firma del Acuerdo y también la actualización de los acuerdos entre Europa y México y Chile; y, pese a las grandes dificultades, sería deseable conseguir la convergencia entre Mercosur y la Alianza del Pacífico por el beneficio de todos.

América Latina es, por su posición geográfica y sus potencialidades económicas, políticas y sociales, un actor relevante del espacio atlántico y en la actual coyuntura podría ser un socio privilegiado de la UE.

La UE es el principal inversor en América Latina pero no sabemos por cuánto tiempo, ya que el comercio entre China y los distintos países de la región no deja de crecer y las inversiones son cada vez más importantes y la postura de la Unión Europea debería de ser la de aprovechar las oportunidades que esta situación le puede ofrecer.

Las potencialidades que ofrece América Latina son indudables, así como los diversos beneficios que podrían derivarse para la UE de reforzar la relación birregional, ya que son dos regiones que se necesitan mutuamente y por eso deberían estar más dispuestas a entenderse.

Para que la relación avance es necesario reconocer tanto las diferencias como los intereses comunes y al mismo tiempo potenciar las interdependencias existentes para fortalecer una relación fuerte y con futuro.

Concretar la relación birregional, moderna y profunda, de igual a igual, y reforzarla es una tarea conjunta que deberá sumar voluntades por ambas partes. Pero no podemos perder más tiempo: el futuro es hoy.

 

Benita Ferrero – Waldner.
Socia de Cremades & Calvo-Sotelo. Ex Comisaria Europea de Relaciones Exteriores y Política de Vecindad, y de Comercio

De acuerdo