Excmo. Sr. Presidente de Colombia D. Iván Duque,

Majestad Felipe VI, Presidente de la Unión Internacional de Magistrados, Presidente de la Asociación Internacional de Fiscales, Presidente de la Unión Internacional de Abogados, Presidentas de la American Bar Association, Presidentes y académicos de todas las Academias Iberoamericanas de Jurisprudencia, ex Presidentes de Colombia, Ministras y Ministros de Justicia, Presidentes de las Cortes Constitucionales y Tribunales Supremos, Fiscales Generales, Premios Nobel, juristas y autoridades venidas desde  todos los rincones de la tierra.

Quiero compartir una reflexión sobre el sentido y el alcance de este World Law Congress que estamos celebrando y que convierten a Barranquilla durante estos días en la capital mundial del Derecho.

Una extraordinaria representación de la comunidad internacional de juristas esta aquí hoy reunida tras recorrer un largo camino desde que, hace más de 60 años la World Jurist Association (WJA) se pusiera en marcha para promocionar una idea básica: la única forma efectiva de asegurar la paz, de mantener la libertad, es afianzar el imperio de la ley, el estado de derecho.

Sí, es preciso recordar una y otra vez, que el imperio de la ley es la única alternativa al imperio de la fuerza. Solo bajo el gobierno de las leyes, el ser humano puede vivir en paz y en libertad. Si no nos sometemos al Derecho, la ley del más fuerte, las fauces del totalitarismo, acechan y amenazan con devorar la libertad y la convivencia. Han sido breves, históricamente, los tiempos en los que mujeres y hombres han vivido en sistemas de organización social donde la dignidad humana ha sido el centro y el límite de toda acción de poder, y cada vez más, en diferentes rincones del mundo, surgen tentaciones populistas que apuestan por lo que se ha denominado el exterminio democrático de la democracia, y están latentes, a lo largo y ancho del mundo civilizado, la corrupción o el abuso del poder que golpean la libertad de prensa, la libertad de enseñanza, el sufragio o la independencia judicial. 

Una de las iniciativas más eficaces de la World Jurist Association ha sido la de proponer modelos de referencia. Warren y Rhyan crearon el World Peace and Liberty Award. Entregaron en Londres un prototipo de lo que hoy es esta preciosa obra de arte a Winston Churchill. Otros, después lo concedieron a Rene Cassin, o Nelson Mandela. A nuestra generación le ha correspondido entregarlo, en 2019, a SM el Rey Felipe VI de España. El Rey ha representado y representa, como primera institución del Estado, la eficaz defensa de la convivencia democrática y la libertad, del Estado de Derecho y el orden constitucional. La comunidad jurídica internacional reconoció entonces, en una memorable ceremonia en el Teatro Real de Madrid, a Felipe VI, un estadista joven y maduro a la vez, el haber sabido encarnar en horas decisivas el valor de las instituciones para defender el marco de convivencia en una sociedad plural.

En 2020 premiamos, en Washington D.C., en la sede de la American Bar Association, la obra y trayectoria de la justice Ruth Bather Ginsburg, una gran mujer que contribuyó a escribir varias de las páginas más célebres de la reciente historia jurídica de los Estados Unidos y del mundo.

Este año 2021 volvemos a dar un paso más en la tarea de mantener el legado de los fundadores de la World Jurist Association y proyectarlo hacia el futuro de una forma creativa. Vamos a presenciar a continuación la entrega del World Peace and Liberty Award a la democracia colombiana. Por primera vez el galardón que muchos consideran el premio Nobel del derecho no se entrega a una persona, sino a un pueblo.  Hemos querido hacer coincidir este homenaje con el 30º aniversario de la Constitución Política de Colombia de 1991 y el segundo centenario de su primera Constitución, promulgada en la Villa del Rosario de Cúcuta el año 1821.

Colombia se ha convertido en el mejor país de la región. Colombia es una de las pocas estrellas que brillan en el firmamento de la libertad. Eso no la redime de sus retos, dificultades y tareas pendientes. Todos los grandes países las tienen. Pero los colombianos han conseguido un notable desarrollo social y económico en las últimas décadas, combatiendo las lacras del terrorismo y el narcotráfico, aún no del todo exterminadas, y lo han hecho apostando por una vida bajo el amparo de una Constitución. 

Hoy los colombianos no solo no se ven forzados a emigrar. Antes al contrario, han sido capaces de acoger, en un insólito gesto de solidaridad sin precedentes en la Historia, a mas de un millón ochocientos mil venezolanos que han tenido que exiliarse para protegerse del derrumbe del Estado de Derecho en su país. La mera comparación de lo que hace 30 años eran Venezuela y Colombia y en lo que se ha convertido una y otra hoy es suficientemente elocuente. 

Mirar en retrospectiva las duras décadas de los años 80 y 90 del pasado siglo, nos permite poner en valor el sacrificio, el esfuerzo y el compromiso de la sociedad colombiana por defender y fortalecer el Estado de Derecho. La violencia fratricida que en 1985 inmoló a quienes representaban la majestad de la justicia, junto con tantas otras víctimas inocentes en el Holocausto del Palacio de Justicia, fue tal vez una de las más tristes y dolorosas tragedias para quienes defendemos el imperio de la ley. Aquellas décadas finales del siglo XX en Colombia estuvieron marcadas con la dureza y la sinrazón de la violencia que se cobró la vida de tantas personas inocentes: jueces y juristas, periodistas y empresarios, ministros, procuradores, candidatos a la Presidencia de la República, intelectuales y estadistas que reflejaban la vitalidad y pluralidad de la sociedad colombiana. Años en los que el terrorismo destrozó, como Caín contra Abel, la vida y las esperanzas de tantas familias anónimas de militares y campesinos, estudiantes y policías, empresarios y defensores de DDHH que no verían nunca más regresar a sus seres queridos. Sin embargo, el concurso de todas las fuerzas de la sociedad hizo posible una nueva etapa en la historia de Colombia. Una nueva etapa que coincide en el tiempo con la entrada en vigor de la Constitución Política de 1991, el desarrollo de nuevas instituciones y el fortalecimiento de las ya existentes. Este compromiso de la sociedad colombiana ha permitido que Colombia sea percibida en el concierto internacional, y particularmente entre la comunidad jurídica, como una de las sociedades que mayor sacrificio y esfuerzo ha dedicado a defender la institucionalidad democrática y el imperio de la ley, sin olvidar, que el Derecho no lo puede todo, pero sin él, nada bueno es posible. 

Señor Presidente, querido Iván Duque, usted, ha tenido la responsabilidad y el privilegio de servir a sus conciudadanos desde la más alta de las Magistraturas. Ser Presidente de Colombia es uno de los mayores honores que se puede recibir, el mayor para un colombiano, estoy seguro. Es maravilloso ver que, doscientos años después de la Constitución de Cúcuta para toda la Gran Colombia, en buena parte inspirada en la española de 1812, usted y el Rey de España mantienen una relación estrecha, entrañable. El gran nexo que nos une hoy, no es solo el histórico, cultural, o lingüístico, tan profundo, sino también en que somos, España y Colombia, dos pueblos libres, porque son las leyes quienes definen las reglas del juego, y nunca la arbitrariedad del poderoso. Usted me ha manifestado en diversas ocasiones el orgullo que siente al recoger este premio que se ofrece a toda la sociedad colombiana. Ese orgullo es también el de toda la comunidad internacional de juristas al ver como aquello en lo que creemos y por lo que trabajamos puede realmente cambiar el mundo, transformarlo para mejorarlo.

Hemos preparado este Congreso en tiempos de pandemia, y lo celebramos cuando aún existen dudas sobre cómo podremos finalmente doblegarla. Se han celebrado más de 15 Opening Sessions en ciudades como Washington D.C., Londres, Chicago, México DF, Lisboa, Barcelona, El Cairo, Ratisbona, o Singapur con la participación de las más grandes personalidades del mundo jurídico internacional para analizar los nuevos desafíos globales a los que se enfrenta el Estado de Derecho.  Un pequeño pero  formidable equipo de 20 profesionales ha venido trabajando de forma colaborativa e inclusiva mas de dos años en todos los preparativos, desde que, en febrero de 2020, en la ciudad de Washington D.C., el Board of Directors de la World Jurist Association tomó la decisión de conectar su historia y el legado de las grandes personalidades que la pusieron en marcha, con el esfuerzo de la sociedad colombiana por defender y fortalecer el Estado de Derecho en medio de tantas tribulaciones y desafíos que la historia ha deparado a esta hermosa tierra. 

Hoy estamos aquí, en este increíble rincón del mundo. En estos días hemos conversado acerca de cómo gobernar las sociedades, del reto de los algoritmos, del cambio climático, de la incorporación de la mujer al liderazgo social, de cómo proteger la Constitución de su distorsión y destrucción, en definitiva, del reto perenne de proteger la dignidad de cada persona. 

El mundo de hoy se enfrenta, entre otros, a los apasionantes desafíos que nos presenta la digitalización y el progreso de las tecnologías emergentes. La Inteligencia Artificial, la Edición genética, la Nanotecnología, la Robótica y la Neurociencia están incidiendo en la propia naturaleza humana. En los próximos años tendremos que decidir cómo queremos que sea el futuro de nuestra especie. Y, una vez más, el Derecho será imprescindible si queremos que ese futuro sea verdaderamente más humano, conforme a su dignidad intrínseca. No quedan lejanos los días en los que posiblemente tendremos que ampliar la Declaración de Derechos Humanos, para asegurar que sigamos siendo humanos.

Estamos terminando estas jornadas en Barranquilla. Y permítanme que dirija unas palabras de agradecimiento a los barranquilleros, con su alcalde Pumarejo a la cabeza. Estos días hemos visto a una población joven, ilusionada, exigente, trabajadora, y comprometida con el futuro. 

Queridas amigas y amigos, juristas venidos de mas de 60 países, vamos a rendir homenaje a la sociedad y la democracia colombiana a continuación. Espero que esta huella que pretendemos dejar no sea efímera. No solo quedará un precioso monumento, donado por la World Jurist Assotiation a la República de Colombia, inaugurado ayer por la tarde y visitado ya por varios miles de ciudadanos, el primero en América, dedicado al Rule of Law, en esta preciosa ciudad a la que ya quedamos todos vinculados. También será inaugurado durante el almuerzo de clausura, el edificio The Icon, que va a formar parte del nuevo skyline de Barranquilla. Pero ojalá este evento sirva también para algo más trascendente, que es reforzar la conciencia de que estos 50 millones de personas que son los colombianos y todos sus conciudadanos de otras nacionalidades, han sabido construir su vida en común con la mejor arquitectura para la convivencia, el Estado de Derecho. Ojalá los colombianos recuerden siempre que hemos venido de fuera con plena convicción a decirles que han hecho un gran esfuerzo y sacrificio, y que son una referencia y un modelo para aquellos países que quieran basar en el derecho, la libertad y la paz el desarrollo de sus pueblos. Cada día es menos frecuente encontrar casos como el de Colombia. Muchos pueblos que antes disfrutaban de la democracia plena, hoy están sumidos en la inestabilidad institucional o han sucumbido ya a las oscuras fuerzas del gobierno de la fuerza y por la fuerza.

Muchas gracias Presidente, Muchas gracias Majestad, muchas gracias amigas y amigos colombianos, gracias Barranquilla, gracias juristas de todo el orbe por ser arquitectos y promotores de un mundo gobernado por las leyes, donde la libertad y la paz siempre pueden florecer.

He dicho.

 

Intervención de D. Javier Cremades

Presidente de la World Jurist Association

(WJA)

3 de diciembre de 2021, Puerta de Oro, Barranquilla, Colombia

De acuerdo