El fin de semana del 5 y 6 de agosto de 2006 se celebraba en el Berkmann Center for Internet and Society de la facultad de derecho de Harvard un encuentro llamado Citizen Journalism, donde se puso de manifiesto el vigor de hoy, y la fuerza arrolladora de mañana de lo que se ha venido a llamar periodismo ciudadano.

La interactividad está cambiando, probablemente a mejor, el periodismo, al menos así interpretaba The Economist (20 de abril de 2006) el caso del diario online coreano Ohmy News, que cuenta con 40.000 colaboradores repartidos por el mundo, que habría “cambiado la política y el mercado de los medios surcoreanos”, según afirmaba su creador, Oh Yeon Ho. Los 700.000 visitantes y dos millones de páginas vistas diarias sitúan a Ohmy al nivel de un gran diario. Pero no tiene reporteros ni empleado ninguno. Las informaciones las escriben “aficionados”, o “ciudadanos”, como prefiere decir Oh, que sí es periodista, y que pule los artículos con ayuda de algunos colegas. La causa de la calidad del diario es, siempre según sus declaraciones al semanario británico, que el pueblo surcoreano tiene “una elevada educación y está ansioso por cambiar la sociedad”. Es una forma clara de ejercicio del micropoder. Pero hay una diferencia entre este diario y un simple blog o una wiki: los lectores tienen la posibilidad de recompensar los artículos con una donación, por medio del teléfono móvil o la tarjeta de crédito. Un buen artículo recibió así, en sólo cinco días, 30.000 dólares.

El propósito de Oh no era ganar dinero, sino crear un nuevo tipo de periodismo, pero a la vista del éxito también económico, tuvo que convertirlo en 2003 en una empresa. La publicidad y la reventa de artículos por sindicación parecen funcionar bien, y su periódico ha sido imitado por los demás, que dan a sus lectores la posibilidad de opinar sobre los artículos, como por lo demás va siendo corriente en toda la prensa. La situación particular de la prensa coreana puede ayudar a comprender el éxito de este diario, o más bien explicar por qué quizá la idea no sea exportable sin más. Según Oh, la prensa coreana era muy conservadora (hasta un 80%) cuando él decidió fundar su propio periódico (ahora lo sería sólo en un 60%). Dan Gillmor, que dejó un exitoso periódico de Silicon Valley (San Jose Mercury News) para fundar Grassroots Media (experimento que duró un año), asegura que el de Ohmy News es “el único” caso exitoso de periodismo ciudadano.

Más optimista es el ex presidente demócrata Al Gore, que fundó con Joel Hyatt un canal de televisión por cable, Current TV, donde el 30% de lo emitido son contribuciones del publico (“Viewer-created content”, VC2) y podría llegar a ser más de la mitad. Para lograrlo, Current TV tiene también programas tutoriales online para enseñar a la gente a contar y editar historias, aparte de permitir también que se califique a las mejores. “Hay decenas de miles de personas que puede crear algo que es grande durante unos minutos”, asegura Hyatt, citando el ejemplo de un ciudadano americano que se vio envuelto en un ataque israelí en Gaza, y cuyas imágenes fueron probablemente lo mejor disponible en ese momento. Durante el huracán Katrina, algunos habitantes de Nueva Orleáns contribuyeron con historias excelentes. La cadena llega ya a 28 millones de hogares en los Estados Unidos.

Por su parte, el lunes 31 de julio de 2006 la televisión CNN daba un paso decisivo en su propia trayectoria y en la historia del periodismo ciudadano: se anunciaba la creación de una plataforma permanente en su edición digital en la que todos podrán generar y colgar sus propias informaciones y contenidos de interés general.  Los envios serán revisados y pasarán por los mismos filtros editoriales. Ese mismo dia tanto MSNBC.com como AOL anunciaban pasos en la misma dirección: abrir la puerta a las imágenes a los contenidos de los internautas, de los ciudadanos interactivos, que ganan así nuevos espacios, más micropoder. 

Es evidente que el abaratamiento de las cámaras digitales, la proliferación de los teléfonos móviles con cámara, las nuevas y sencillas herramientas de edición y la expansión de la banda ancha, democratizan el uso de la imagen, y lo que podría significar una crísis en el mundo de los medios tradicionales está trantando de convertirse en una oportunidad para todos. 

Yahoo! también mezcla contenidos profesionales y de aficionados. Algunas personas atrapadas en los trenes que sufrieron los ataques terroristas en Londres enviaron fotos a Flickr, uno de los sitios de Yahoo!, de modo que pudieron ser vistas por mucha gente. Lo importante, lo que hace competitivas a estas contribuciones, es que llegaron en pocos minutos. Normalmente, donde estos reporteros ciudadanos llevan ventaja es en el relato de los pequeños eventos locales.

La prensa tradicional no puede dejar de ver en este nuevo periodismo un competidor, ya que ella lleva perdiendo lectores desde comienzos de los 90: los jóvenes no los leen y, por si fuera poco, no siempre pueden alegar su calidad para justificar un trato de favor (subvenciones), pues hasta en el afamado New York Times se han producido escándalos de noticias falsas y plagios como los de Jayson Blair. Según The State of the News Media, desde 2000 ha desaparecido el 7% de los empleos profesionales de periodistas en periódicos de EEUU (3.500 puestos). La mejor defensa, en este caso, es integrarse en esa red de colaboraciones que es la Web 2.0, y por eso hay quien, como Rupert Murdoch, presidente de News Corporation, declaraba a la American Society of Newspaper Editors, poco antes de comprar MySpace, que las páginas web de los diarios “deben convertirse en un lugar de conversación. Quien ha nacido en el mundo digital ya no manda una carta al director. Se conecta y abre un blog. Necesitamos ser el lugar de destino de esos blogueros”.

Los Angeles Times y The Washington Post son algunos de los diarios que han experimentado dejando alguna de sus páginas a modo de “wikitorial” abierta a los blogueros, para después cerrar el experimento a causa del vandalismo que se vertía en dichas páginas. Según Jeff Jarvis, antes periodista y hoy bloguero en Buzzmachine.com, lo malo sería que los medios concluyeran que la interactividad no funciona, en lugar de percibir que deben abordar el asunto con mayor circunspección: no es posible incluir un blog (colectivo) en un sitio de pago, pues un blog no es un mero diario online, sino un diario conectado a otros y que remite a ellos: por eso en las clasificaciones de los blogs se tiene en cuenta, incluso más que las visitas, el número de enlaces que remiten a él. Y ningún bloguero remite a una página de pago o donde hay que registrarse. Otra de las rutinas informáticas que llevan al fracaso es el sistema de archivo de algunos diarios, que cambian la dirección (URL, recurso uniforme de localización, uniform resource locator) de un artículo cuando pasa de la actualidad al archivo: los blogueros tampoco gustan de enlazar a estas páginas que llaman link-rot. Libre acceso y enlaces permanentes, son las primeras reglas.

Jupiter Research, una consultora de Internet, aconseja a los medios que estén preparados para que el lector entre por cualquier página a su periódico (y no por la portada), ya que así será probablemente, si llegan al artículo desde un portal de búsqueda, un blog o un e-mail de un amigo. No se trata —aunque también— de que todas las páginas tengan ayudas a la navegación para favorecer que el visitante pase a otras historias del diario, sino que las historias individuales han de ser consideradas como el producto más importante y, pensando en ellas hay que “descentralizar” el sitio web del periódico. En ese contexto se puede y debe fomentar la participación del lector: en las páginas concretas y no metiéndoles como en un corral de gallos en una página especial para que escriban lo que quieran. Se puede empezar por permitir que valoren los artículos, se puede seguir con comentarios al pie, con discusiones entre el periodista y los lectores en un blog anexo: en este caso, se requerirá registro con nombre o apodo (como es corriente en los blogs grupales), para evitar el vandalismo. Del mismo modo que hay blogs que van pareciendo periódicos, habrá periódicos que se parezcan cada vez más a un blog.

Parece imparable la realidad de que periodistas profesionales y ciudadanos anónimos trabajen colaboren para que se conozca todo aquello que sea interesante. El conocido reportero Jay Rosen anunciaba, en agosto de 2006 la creación de NewAssignment.net, una web en la que periodists profesionales serán contratados para hacer reportajes que a su vez podrán ser mejorados o corregidos por el público.  

Admitir que está terminando el papel de los medios profesionales como vigilantes de las instituciones poderosas no significa ni admitir un declive general de los medios ni que vaya a desaparecer tal vigilancia. La sociedad ha madurado y tiene los medios para ejercer un cierto control (la palabra puede parecer tan rígida e inconveniente como suponer que lo que se controla es “el poder”) de dichas instituciones apoyando o sustituyendo, pero en todo caso continuando lo hecho por los medios. La prueba es que no declina el afán por formarse adecuadamente en la profesión periodística y que, cuando un medio de comunicación tiene problemas con una institución “poderosa”, puede acogerse al apoyo de los blogs. En todo caso, el resultado es que cada vez es más difícil el ejercicio de poderes y responsabilidades públicas a espaldas de la opinión. 

En abril de 2006, los trabajadores de Radio Nacional de España en Ponferrada abrieron un blog para protestar por el cierre de su emisora. Con el tiempo, se fueron presentando en él los trabajadores, no sólo para argumentar contra el cierre, sino para describir su labor informativa, ofreciendo boletines en formato mp3, y comentar noticias de interés general acerca del plan de reestructuración de RNE con los datos que, seguramente, los autores del plan no querrían hacer públicos (como que los centros territoriales de RNE sólo suponen el 2% del presupuesto de RTVE). Lo que pudiera haberse asemejado a una simple pegada de pasquines de protesta se convierte en una interpelación ineludible, ya que, entre otras cosas, al escribir en los buscadores “RNE Ponferrada”, lo primero que aparece es este blog. Sobre todo, el trabajo de los periodistas profesionales se continúa de algún modo —mientras espera a saber si su reconversión será efectivamente inapelable— y se promociona en el blog, cosa que difícilmente podría decirse que hace un simple cartel de protesta.

Periodismo participativo no implica crisis del tradicional. Al menos no de las universidades: Según reportaba Katharine Q. Seelye (New York Times, 15 de mayo de 2006.) , la industria del periodismo impreso perdió en EEUU dos mil empleos en 2005, lo cual no impedía cierto auge de las escuelas de periodismo, de las que salía un número de licenciados récord. La más vieja escuela del país, la de Missouri, construye un nuevo instituto (gracias a un donativo de 31 millones de dólares de la fundación Donald W. Reynolds) llamado “centro de convergencia”, donde pretende que periodistas y “ciudadanos ordinarios” estudien las nuevas tecnologías y las nuevas formas de trabajo en periodismo y publicidad. La escuela de periodismo de la Universidad de Columbia (Nueva York) abrió en otoño de 2005 el laboratorio de televisión digital Arledge, con un nuevo master de un año sobre “negocio artístico”, y prevé abrir en verano de 2006 un nuevo centro sobre periodismo de investigación. En 2004, el último año sobre el que hay datos, las inscripciones en los 450 programas de periodismo y comunicación de masas existentes en EEUU aumentaron un 5,2% respecto a 2003, marcando el undécimo año consecutivo de crecimiento, según los datos del equipo de Lee B. Becker, de la Universidad de Georgia: “no hay evidencia alguna de que ninguna crisis de la industria, en particular la de los periódicos, esté teniendo efectos adversos sobre las inscripciones”, asegura Becker. A los estudiantes les interesa escribir. Les interesa lo que los medios son en sentido amplio, y qué papel juegan en la sociedad. Muchos de estos estudiantes no leen nunca un periódico, a no ser que se lo regalen, y sin embargo pueden pasar fácilmente tres o cuatro horas leyendo noticias online. No sienten ni mucho menos que su profesión esté amenazada.

Tras el “cuarto poder” llega la hora del micropoder, el que ejercen directamente los ciudadanos corrientes que toman las redacciones con noticias y vídeos elaborados por ellos mismos, y conforman la opinión con sus tomas de posición, con sus decisiones.

De acuerdo